Cómo fomentar el respeto a la diferencia desde los 3 años

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En los primeros años de vida se sientan las bases emocionales, sociales y cognitivas que acompañarán al ser humano durante toda su vida. Entre los aprendizajes más significativos de esta etapa se encuentra el desarrollo de valores como la empatía, la solidaridad y el respeto a la diferencia desde los 3 años.

En un mundo cada vez más diverso, enseñar a niñas y niños a convivir desde el respeto a las distintas realidades culturales, físicas, emocionales y familiares no es una opción, sino una necesidad educativa. Por eso, el enfoque de este artículo no solo es pedagógico, sino también ético y social.

¿Por qué empezar tan temprano?

Desde los 3 años, los niños y niñas ya observan el mundo con atención, hacen preguntas, comparan, se identifican o diferencian de las personas que les rodean. Es en este momento cuando comienzan a construir sus primeras ideas sobre el “yo” y el “otro”. Si no se acompaña este proceso desde una perspectiva inclusiva y respetuosa, es posible que interioricen estereotipos o prejuicios sin siquiera comprender su impacto.

Fomentar el respeto a la diferencia desde los 3 años contribuye a:

  • Prevenir actitudes discriminatorias o excluyentes.
  • Desarrollar una identidad abierta, segura y empática.
  • Promover la convivencia pacífica y cooperativa.
  • Valorar la diversidad como una fuente de aprendizaje.

El papel del entorno educativo

Los espacios educativos de Educación Infantil no solo transmiten conocimientos: modelan actitudes. Por eso, es fundamental que las escuelas sean entornos inclusivos donde la diferencia sea visible, respetada y celebrada.

Algunas acciones clave para promover esta cultura desde el aula:

  • Incorporar materiales que reflejen diversidad cultural, étnica, familiar y funcional.
  • Evitar reforzar estereotipos de género o roles fijos en las actividades.
  • Asegurar que cada niño o niña se sienta valorado en su singularidad.
  • Estimular el diálogo desde la curiosidad y el respeto.

Estrategias para fomentar el respeto a la diferencia desde los 3 años

A continuación, se proponen estrategias prácticas que docentes y familias pueden aplicar para acompañar este proceso.

Cuentos y literatura infantil diversa

Los cuentos son una herramienta poderosa para hablar de diferencias sin necesidad de lecciones explícitas. Pueden abordar temas como:

  • Discapacidad o diversidad funcional.
  • Diversidad cultural y migraciones.
  • Familias diversas (monoparentales, homoparentales, reconstituidas…).
  • Estereotipos de género.
  • Identidades no normativas.

Algunas recomendaciones:

  • Elmer, de David McKee.
  • Yo voy conmigo, de Raquel Díaz Reguera.
  • Mi familia es especial, de Ana Serna y Andrés López.

Juegos cooperativos

En lugar de centrar las actividades en la competencia, los juegos cooperativos ayudan a que niños y niñas desarrollen habilidades sociales, aprendan a ayudarse mutuamente y valoren la aportación del grupo por encima del rendimiento individual.

Ejemplos:

  • Juegos de relevos donde todos/as deben participar para lograr el objetivo.
  • Dinámicas donde cada niño/a tiene un rol necesario.
  • Actividades que impliquen turnos, escucha activa o resolución conjunta de retos.

Actividades sensoriales que estimulen la empatía

Experimentar cómo se siente “el otro” es un paso clave para el desarrollo de la empatía. Algunas propuestas pueden incluir:

  • Juegos con antifaces o auriculares para simular otras formas de percepción.
  • Dinámicas donde deban comunicarse sin hablar.
  • Rondas donde cuenten qué les hace sentir tristes, felices o nerviosos/as.

Estas experiencias, siempre adaptadas a su edad, ayudan a abrirse a otras realidades.

Celebrar la diversidad en el aula

El aula puede transformarse en un espejo del mundo. Para ello:

  • Invita a las familias a compartir su cultura, gastronomía, canciones o cuentos tradicionales.
  • Celebra fechas relevantes para distintas comunidades, explicando su sentido.
  • Crea murales, mapas o exposiciones con los orígenes, lenguas o gustos del grupo.
  • Promueve el uso de múltiples lenguajes expresivos (oral, corporal, visual, musical…).

Fomentar el respeto a la diferencia desde los 3 años es también hacer visible todo aquello que normalmente se invisibiliza.

La importancia del lenguaje

El lenguaje moldea la percepción. Por eso, es importante que en el aula:

  • Se utilice un lenguaje inclusivo y no sexista.
  • Se nombren todas las realidades, no solo las normativas.
  • Se eviten etiquetas como “niño problemático”, “raro” o “normal”.
  • Se valore el esfuerzo por expresarse de quienes no lo hacen en la lengua dominante.

Además, cuando una niña o niño hace una pregunta relacionada con la diferencia (“¿por qué esa persona va en silla?”, “¿por qué tiene dos papás?”), es fundamental no silenciarla, sino acompañarla con naturalidad, claridad y respeto.

Acompañamiento desde las familias

El trabajo por el respeto a la diferencia desde los 3 años no se limita al aula. La familia es un entorno esencial donde se refuerzan —o contradicen— los mensajes escolares.

Algunas recomendaciones para familias:

  • Leer en casa cuentos que representen diversidad.
  • Evitar expresiones que transmitan prejuicios (“ese color es de niñas”, “los niños no lloran”).
  • Validar las emociones del niño o niña, aunque no las comprendamos del todo.
  • Modelar comportamientos respetuosos: escuchar, no interrumpir, no burlarse, ayudar.
  • Estimular preguntas y ofrecer respuestas adaptadas a su edad.

Casos reales: pequeños gestos, grandes cambios

Caso 1: “El mapa de los orígenes”

En una clase de 4 años, la tutora propuso un mural donde cada familia señalara en un mapa su lugar de origen o de nacimiento. Descubrieron que había familias de 6 países diferentes. A partir de ahí, compartieron recetas, canciones y palabras en otros idiomas. La experiencia fortaleció el sentido de pertenencia.

Caso 2: “Todos somos únicos”

Tras una conversación sobre un compañero con TEA, la clase creó un álbum ilustrado titulado “Lo que me hace especial”, donde cada uno/a compartió algo que le diferenciaba: una afición, una cicatriz, una emoción frecuente, una manera de aprender. El respeto y la empatía se fortalecieron visiblemente.

¿Cómo evaluamos el respeto a la diferencia?

Aunque este tipo de aprendizajes no siempre se evalúan con exámenes, sí es posible observar avances significativos a través de:

  • La forma en que se relacionan entre iguales.
  • La disposición a incluir a quienes son diferentes.
  • La evolución del lenguaje utilizado.
  • La respuesta ante conflictos o situaciones injustas.
  • La capacidad de explicar lo que sienten o piensan sobre los demás.

Registrar estas observaciones y compartirlas con las familias ayuda a visibilizar el valor de este tipo de competencias.

Fomentar el respeto a la diferencia desde los 3 años es apostar por una sociedad más empática, justa y cohesionada. Es formar a ciudadanos y ciudadanas que valoren lo diverso como parte de la riqueza humana. La infancia no es solo receptora de estos valores, sino también agente activa en su construcción.

Desde EDOCENTES, te animamos a incorporar estos enfoques en tu práctica docente, y a seguir formándote en pedagogía inclusiva, educación emocional y atención a la diversidad. Porque cada gesto cuenta, y todo comienza desde los primeros años.