Musicoterapia para niños: actividades y beneficios

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La musicoterapia para niños/as se usa como un modo de expresión, ayudándolos/as a fomentar sus habilidades comunicativas y sociales. La música forma parte de nuestro día a día, está presente en cada instante, aunque a veces no nos percatamos de ella. Es difícil imaginar una película sin banda sonora, una Navidad sin villancicos, una tienda sin música, por lo que podemos afirmar que la música enriquece nuestra vida. Pero, no solo eso, la música tiene valor terapéutico, sus características la convierten en un recurso muy útil para el trabajo con niños y niñas, en la aliada perfecta a la hora de hacer terapia. 

De esta manera, la musicoterapia es de gran utilidad en la mayoría de los problemas que se dan en los primeros años de vida: trastornos del lenguaje, dificultades en el aprendizaje, déficit de atención, hiperactividad, dislexia, problemas de conducta o de índole emocional, etc.

Beneficios de la musicoterapia para niños

La música engrandece la vida de los niños y niñas; además, consigue activar diferentes regiones del cerebro, mejorando su funcionamiento. Las composiciones musicales que escuchamos segregan dopamina, un neurotransmisor que nos hace sentir tranquilos y satisfechos.

Asimismo, uno de los mayores beneficios de la musicoterapia para niños/as es que desarrolla su autoestima. Los/as pequeños/as son capaces de entender mejor sus sentimientos y esto les da seguridad y autonomía. 

Con el fin de potenciar la motricidad, los/las musicoterapeutas infantiles animan al baile o a tocar instrumentos como la batería, el tambor o el piano. Por último, la musicoterapia alimenta la socialización del niño/a y su capacidad para enfrentarse al mundo en igualdad de condiciones.

Diferencias entre Musicoterapia y Educación Musical

Cuando hablamos de Educación Musical nos referimos a una enseñanza basada en un currículo específico, aunque permite ciertas adaptaciones. La música se convierte en el fin, pues el objetivo prioritario es enseñar una disciplina académica, a través del profesorado de música.

La Musicoterapia, en cambio, se trata de una terapia asentada en las propias necesidades del usuario. Por tanto, la música se convierte en el medio para alcanzar otros fines; su objetivo no es disciplinar, sino terapéutico y funcional. Se lleva a cabo a través del musicoterapeuta. 

¿Cómo utilizar la música en terapia?

La música nos emociona, nos activa o nos relaja, y nos ayuda en nuestras relaciones con los demás. Según los objetivos que se quieran alcanzar y las peculiaridades de cada niño/a, el/la musicoterapeuta empleará la música de una forma o de otra. Todos tenemos un estilo musical preferido, una canción favorita, y esto será una herramienta útil para el/la profesional y le servirá de base para su trabajo con el/la pequeño/a. 

En ocasiones, la música sirve para estimular el aprendizaje, pues facilita la memorización (por ejemplo, las tablas de multiplicar). Otras veces, las actividades musicales se convierten De esta manera, el hecho de tocar un instrumento en un grupo incrementa su capacidad de atención (por ejemplo, saber que tiene que tocar el triángulo tras escuchar los cascabeles), aumenta su autoestima y favorece su relación con los demás. La música se convierte en refuerzo, en una forma lúdica y divertida para lograr que el/la niño/a trabaje en esas áreas que menos le motivan. 

Las sesiones de musicoterapia

Las sesiones de musicoterapia están muy bien organizadas, ya que es beneficioso para que el niño/a pueda sentirse cómodo/a en un ambiente previsible y conocido. Se suele apelar a las canciones de bienvenida, melodías sencillas que recurren a un saludo personalizado con el nombre del pequeño/a. Posteriormente, se pasa a actividades distintas acordes a los objetivos planteados. Entre las actividades musicales más recurrentes se encuentran las siguientes:

  • Canciones adaptadas a cada actividad, en función del fin a conseguir, la edad y las capacidades del niño/a. Las canciones sirven para aumentar el vocabulario y trabajar la estructura correcta de las palabras y frases.
  • Audiciones musicales, que potencian la atención, la identificación de sonidos y/o la relajación.
  • Juegos musicales, que se rigen por unas normas y unos objetivos a alcanzar. 
  • Improvisación instrumental o vocal. Da al niño/a flexibilidad para cantar o tocar el instrumento que desee, siempre respetando unos límites. Se potencia la libertad del pequeño/a, la creatividad y la espontaneidad. 
  • Viajes musicales. Consiste en guiar la imaginación del niño/a hacia otro lugar; a través de una audición, lo convertimos en protagonista de una historia en la que suceden cosas increíbles.
  • Componer canciones modificando la letra de una pieza musical conocida o creando una melodía nueva. Esta actividad aviva la imaginación y la creatividad.
  • Tocar instrumentos. Esta habilidad favorece el desarrollo motriz, implicando también el trabajo en equipo, la espera de los turnos, la escucha activa, la concentración y la coordinación. 

Por último, la sesión finaliza tal como empezó, con un final previsible e identificado por el/la niño/a; por ejemplo, una canción o una actividad de recogida que permita al niño/a reconocer el final de la sesión y reubicar su nueva realidad (volver con sus padres). 

La evaluación

Para una adecuada intervención, el/la musicoterapeuta tiene que llevar a cabo un estudio del desarrollo del pequeño/a en todos sus ámbitos, a través de pruebas estándar existentes para cada caso. Una vez realizada esta primera valoración, el profesional procederá a establecer los objetivos a trabajar, planificando las acciones más adecuadas. 

Asimismo, el/la musicoterapeuta recogerá información relevante para el tratamiento: preguntará a los padres qué música escucha el/la niño/a en casa, qué canciones le cantaban de pequeño, si ha mostrado interés por algún instrumento o si reacciona de forma especial a alguna melodía. 

Conforme a este historial, se hará la programación adecuada a cada usuario/a. El/la musicoterapeuta trabaja mano a mano con otros/as profesionales que conocen al niño/a, como sus maestros/as, logopedas, fisioterapeutas, neurólogos/as y un largo etcétera. 

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