Cómo trabajar la regulación emocional en el aula de Primaria
eDocentes
Docencia
Tabla de contenidos
El aprendizaje va mucho más allá de los contenidos curriculares. En el aula, cada día se ponen en juego emociones, relaciones y experiencias que influyen directamente en cómo niñas y niños aprenden y conviven. Por eso, abordar la regulación emocional desde edades tempranas se ha convertido en una necesidad educativa esencial.
La escuela del siglo XXI no solo enseña matemáticas o lengua: también enseña a identificar, comprender y gestionar las emociones. Desarrollar estas competencias no solo mejora el clima escolar, sino que potencia el bienestar y el rendimiento académico del alumnado. En este artículo exploramos cómo trabajar la regulación emocional en el aula de Primaria de forma práctica y coherente con los objetivos educativos actuales.

¿Qué es la regulación emocional y por qué es tan importante en la escuela?
La regulación emocional es la capacidad de reconocer, comprender y manejar las propias emociones de manera adecuada, así como responder de forma equilibrada ante diferentes situaciones. Implica aprender a controlar impulsos, tolerar la frustración, expresar emociones sin dañar a otras personas y adaptarse al entorno.
En el contexto escolar, esta habilidad es fundamental porque las emociones influyen directamente en la atención, la memoria, la motivación y las relaciones interpersonales. Un alumnado que sabe autorregularse emocionalmente está mejor preparado para aprender, cooperar y resolver conflictos.
Además, enseñar regulación emocional contribuye a construir aulas más inclusivas y empáticas, donde cada estudiante pueda sentirse escuchado y valorado.
Beneficios de trabajar la regulación emocional en Primaria
Incorporar la regulación emocional en el aula genera beneficios que impactan en todas las dimensiones del desarrollo infantil. Entre ellos destacan:
- Mejora del clima de aula: Disminuye la conflictividad y aumenta la cooperación.
- Fortalecimiento de la autoestima: El alumnado aprende a aceptar sus emociones sin juzgarse.
- Desarrollo de habilidades sociales: Facilita la empatía y la comunicación asertiva.
- Aumento del rendimiento académico: El bienestar emocional favorece la concentración y la motivación.
- Prevención de problemas conductuales: Promueve la autorregulación frente a la impulsividad o la frustración.
Trabajar las emociones no significa restar tiempo a los aprendizajes académicos, sino mejorar las condiciones para que estos sucedan de forma más eficaz.
Competencias emocionales que deben fomentarse en el aula de Primaria

Según los principales modelos de educación emocional (como el de Bisquerra, 2003), la regulación emocional forma parte de un conjunto más amplio de competencias que deben desarrollarse de manera progresiva.
Conciencia emocional
Consiste en identificar las propias emociones y las de las demás personas. Implica ampliar el vocabulario emocional y reconocer cómo se manifiestan las emociones en el cuerpo.
Regulación emocional
Se refiere a la gestión equilibrada de las emociones: saber calmarse, canalizar la ira o la tristeza, y expresar sentimientos de forma adecuada.
Autonomía emocional
Promueve la autoeficacia, la responsabilidad y una actitud positiva ante la vida y el aprendizaje.
Habilidades socioemocionales
Incluyen la empatía, la cooperación, la comunicación asertiva y la resolución de conflictos.
Habilidades de vida y bienestar
Ayudan al alumnado a mantener relaciones sanas, tomar decisiones responsables y afrontar desafíos cotidianos.
Estas competencias no deben trabajarse como un bloque aislado, sino integradas en el día a día del aula, a través de metodologías activas y vivenciales.
Estrategias prácticas para trabajar la regulación emocional en el aula de Primaria
Existen múltiples estrategias que permiten incorporar la educación emocional de forma sencilla y natural en la rutina escolar. A continuación, se presentan algunas propuestas efectivas adaptadas a diferentes edades y contextos.
Crear un clima emocional seguro
El primer paso para promover la regulación emocional es garantizar un entorno en el que el alumnado se sienta seguro para expresarse. Algunas prácticas útiles son:
- Establecer normas claras de convivencia.
- Escuchar activamente sin juzgar.
- Validar las emociones, incluso las desagradables.
- Utilizar el refuerzo positivo.
- Fomentar la confianza y el respeto mutuo.
El rincón de las emociones
Destinar un espacio en el aula donde el alumnado pueda identificar y representar sus emociones mediante colores, dibujos o palabras es una técnica eficaz.
Por ejemplo, se puede utilizar una “rueda de las emociones” o tarjetas visuales que ayuden a expresar cómo se sienten. Este recurso favorece la comunicación emocional y la autorreflexión.
La caja de la calma

Un recurso práctico y muy utilizado es la caja de la calma, que puede contener materiales como pelotas antiestrés, libros, dibujos para colorear o cartas con mensajes tranquilizadores. Permite que los niños y niñas aprendan a calmarse de forma autónoma cuando se sienten alterados o frustrados.
Cuentos y relatos emocionales
La literatura infantil es una herramienta poderosa para desarrollar la regulación emocional. A través de personajes y situaciones, el alumnado puede identificar emociones, reflexionar sobre ellas y aprender estrategias para gestionarlas.
Algunos títulos recomendados son El monstruo de colores (Anna Llenas) o Las emociones de Nico (Míriam Tirado).
Dinámicas grupales y juegos cooperativos
El juego es un excelente vehículo para aprender a regular emociones. Actividades como “la silla de las soluciones”, “el semáforo emocional” o “la tormenta tranquila” fomentan el autocontrol, la empatía y la comunicación.
Mindfulness y respiración consciente
Las técnicas de atención plena ayudan al alumnado a conectar con el presente, identificar cómo se sienten y responder de forma calmada ante los estímulos. Dedicar unos minutos al día a la respiración o la relajación puede transformar el ambiente del aula.
Evaluación y reflexión emocional diaria
Al final de la jornada, se puede dedicar un momento para que cada estudiante comparta cómo se ha sentido y por qué. Esta rutina no solo promueve la regulación emocional, sino también la metacognición y la cohesión grupal.
El papel del profesorado en la regulación emocional
El profesorado tiene un rol decisivo en este proceso. No se trata solo de enseñar sobre emociones, sino de modelarlas con su propio comportamiento.
Un/a docente que gestiona el conflicto con calma, escucha con empatía y expresa sus emociones de forma asertiva está enseñando con el ejemplo. Por eso, es esencial que los equipos docentes también trabajen su propia inteligencia emocional.
Algunas recomendaciones:
- Formarse en competencias socioemocionales.
- Cuidar el autocuidado y la salud mental.
- Promover espacios de reflexión compartida.
- Integrar la educación emocional en todas las áreas curriculares.
Cuando el profesorado se siente emocionalmente equilibrado, transmite seguridad, confianza y coherencia pedagógica.
Evaluar la regulación emocional en el aula

Evaluar las competencias emocionales puede parecer complejo, pero es posible hacerlo mediante observación directa, rúbricas, diarios emocionales o auto-registros del alumnado.
Más que cuantificar, el objetivo es acompañar procesos y valorar progresos. Algunos indicadores útiles son:
- Capacidad para identificar emociones.
- Control de impulsos en situaciones de conflicto.
- Uso de estrategias de calma.
- Expresión emocional adecuada.
- Mejora en la convivencia escolar.
La evaluación debe entenderse como una herramienta de aprendizaje, no como un juicio.
Cómo integrar la regulación emocional en el currículo
La regulación emocional puede trabajarse transversalmente en todas las áreas:
- En Lengua, analizando emociones de los personajes.
- En Ciencias Naturales, explorando cómo las emociones afectan al cuerpo.
- En Educación Física, aprendiendo a manejar la frustración y la cooperación.
- En Tutoría, realizando dinámicas específicas de autoconocimiento y empatía.
El objetivo es que las emociones estén presentes en la práctica diaria, no como un añadido, sino como un eje transversal de la educación integral.
Conclusión: educar para sentir y aprender mejor
Fomentar la regulación emocional en el aula de Primaria es invertir en el bienestar, la convivencia y el aprendizaje. Ayudar al alumnado a comprender y gestionar sus emociones no solo mejora su rendimiento académico, sino que también les prepara para la vida, para convivir con empatía, tomar decisiones responsables y construir relaciones sanas.
Como educadoras y educadores, tenemos la oportunidad de acompañar este desarrollo desde la cercanía, la escucha y el ejemplo. La educación emocional no es una moda: es una necesidad educativa que impulsa el crecimiento personal y colectivo.
En Edocentes, creemos que el cambio comienza por la formación del profesorado. Si quieres profundizar en estrategias para fomentar la inteligencia y la regulación emocional en el aula, te invitamos a conocer nuestra oferta formativa.

